La historia de Moma, la perra impresionante, es una historia de superación y de ganas de vivir, de respeto y de amor por la vida. La abandonaron con cuatro meses en Alguazas y su dueño, Juan Antonio Mayor (Murcia, 1980), profesor de lengua de signos y publicista, la acogió de forma temporal. Su idea inicial era criarla, educarla y donarla, es decir, proporcionarle un hogar de acogida y posteriormente una familia. Hay millones de perros necesitados de cariño en la Región y un gesto así les hace felices. Juanan tiene dos trabajos y lo último que necesitaba en su frenético día a día era una responsabilidad de tal calibre: cuidar, atender, jugar, dar mimos y convertirse en la sombra de Moma, allá por donde pisa únicamente con sus patas delanteras.
Moma es una ‘mil leches’, mezcla de podenco, -os lo esbocé en un #BuenosDías en la página 2 de este periódico-, tenía una ligera cojera en una pata y un veterinario negligente y sin corazón de San Javier le paralizó un 60% del cuerpo. Le pinchó de forma criminal un contraste en la columna y la cojera se convirtió en una discapacidad. Juanan lo pasó mal. El que iba a ser su animal de compañía, solo de forma temporal, no podía andar, no podía trotar alegremente como otros perros. Y lo peor de todo: ella era consciente de que era diferente, y eso la entristecía. Sin embargo, su carácter era y es el de una perra alegre, juguetona, sociable, amiga de sus amigos, que le miran y le huelen con curiosidad. La respetan. Algunos niños, cuando la ven, dicen: “¡Mira, un perro en bici, qué chulo!”. Sabiduría infantil de la que deberíamos aprender.
Pero todo no fue precisamente un camino de rosas. Por más vueltas que le daba su dueño, la opción del sacrificio no le convencía, a pesar de que todos sus conocidos se lo planteaban como la única salida, “como si fuera un trasto inútil”. Moma tenía ganas de vivir y de pasear más chula que un ocho con su carro por la puerta de mi trabajo.
Juanan no contaba con que se enamorarían perdidamente. Que su idilio iba a durar toda la vida. Contactó con la protectora de Las Torres de Cotillas que se hizo cargo inicialmente de ella y se la llevó a casa. Los dos primeros meses la bajaba a pasear en una toalla. Fue una vecina, sabedora de la discapacidad de Moma, quien le regaló el carro y quien le puso en contacto con la ortopedia canina Novecan de Alcantarilla. Allí están especializados precisamente en fabricar prótesis para facilitar la movilidad de todo tipo de animales.
La primera vez que le pusieron ruedas se sentía muy extraña, dio unos pasos y se fue a oler un arbusto. Se dio cuenta de que podía andar, corretear, moverse sola. No puede menear el rabo, pero la felicidad se le ve en la cara. Hace deporte a diario y está fuerte y sana. Juanan le levanta el carro (viven en un cuarto sin ascensor) y tiene las extremidades delanteras muy fuertes. Salta charcos –no le gusta nada mojarse las patas- y, a veces, vuelca con su silla de ruedas por hacer un poco la borrica. Su compañero la endereza y siguen disfrutando del paseo como si nada. Va a Calblanque y sube y baja dunas, se ha dado un baño en el Mar Menor este verano y le encantar jugar a la pelota.
Su perfil en Facebook, Moma: The Amazing Dog, tiene 2.532 amigos, dadle un ‘me gusta’. Su historia es viral. La vemos a diario superar retos y se ha convertido en un ejemplo de superación, recibe mensajes de apoyo de Colombia y de Inglaterra. De momento, ya ha conseguido su primer papel de ‘perra actriz’. ¿Y sabéis lo que más me gusta de ella? Que lleva la fama con humildad. Otra vez, me quito el sombrero.
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